17 feb 2013

Revista Caballero. México y la cultura en la década de los sesenta.

Durante la primera mitad de la década de los sesenta México se caracterizó por su estabilidad política, inscrito en un período económico llamado década mundial de desarrollo y particularmente en México desarrollo estabilizador; el país se distinguió por un crecimiento económico continuo, también por el fomento de la producción de bienes de consumo toda vez que significaban el desarrollo de una nación moderna e industrializada. Sin olvidar las libertades y concesiones que se otorgaron a la inversión extranjera y en consecuencia el desarrollo del capital transnacional.

Por otra parte, en el ámbito internacional, imperaron las acciones mediáticas cobijadas por la Guerra Fría, guerra particularmente ideológica que procuró por parte de los contendientes: Estados Unidos de América (EUA) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el control geopolítico de amplias regiones del planeta a partir de la difusión de sus modelos económicos: capitalismo y socialismo.

Como se puede apreciar, México no podía excluirse del mundo, y mucho menos dada su cercanía con los Estados Unidos de América; en realidad después de las dos guerras mundiales el mundo empezó a conocerse, las guerras permitieron la movilidad de amplios sectores de la población en el mundo y en consecuencia el traslado de sus propias costumbres culturales, a partir de la década de los cincuenta adquirió importancia el conocer costumbres, música, ideas y opiniones emitidas en otros países; las fronteras se abrieron y empezó a un nuevo período histórico en el que los países aparentaban arrancar de cero. En esa época el escritor mexicano Octavio Paz escribió:
 “Allí, en la soledad abierta, nos espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios. Somos por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres.” (El laberinto de la soledad, 1950).

El sentido de ser “hombre de mundo” fue una cualidad que se fue acrecentando  durante la década de los sesenta, México no fue ajeno a ello, dicha tendencia cosmopolita  se reflejo directamente en el ámbito cultural de México; en 1958 el Fondo de Cultura Económica publicó La región más transparente de Carlos Fuentes, cuyas temática y técnica literaria propició su publicación en Europa y Estados Unidos de América originando lo que posteriormente se consideró el boom latinoamericano. La novela de Fuentes retrata un sector cultural de la sociedad que en los sesenta se configuraría como cosmopolita que al pasar del tiempo fue considerada una mafia intelectual.


Para ubicar temporalmente a la “mafia intelectual” se tiene que remitir a la publicación del suplemento cultural “México en la Cultura” (1948-1961) del diario Novedades y posteriormente “La cultura en México” (1962) de la revista Siempre!; que creo un compacto grupo de intelectuales, dirigidos por Fernando Benítez, algunos de los cuales fueron: Carlos Fuentes, Emanuel Carballo, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, Tomas Segovia, José Emilio Pacheco, Luis Guillermo Piazza entre otros; quienes a su vez, dirigiendo y colaborando en los principales suplementos y revistas culturales del momento (La Revista Mexicana de Literatura, La revista de la Universidad, Revista de Bellas Artes, Cuadernos del viento, Diálogos) establecieron cánones culturales que motivó el apelativo antes dicho: mafia cultural. Ciertamente fue un grupo nutrido de intelectuales que tuvieron el control cultural de buena parte de las institutos, instancias y medios de cultura, el escritor José Agustín distingue para este periodo dos corrientes culturales: la nacionalista-provincial y la cosmopolita-vanguardista.

Ese es el panorama en la industria editorial, en el ámbito cultural de la época, frente a ella se encontraban además de los diarios de circulación nacional. Las historietas: La familia Burron, sin olvidar aquellas que empezaron a importarse de Estados Unidos a partir de la década de los cincuenta: Cuentos de Walt Disney. Las historietas sentimentales: La novela semanal. Y las revistas femeninas: La familia, Kena, Rutas de pasión  y las masculinas: Play Boy, Vue, D’Etiqueta.

Importa para el presente blog la revista D’Etiqueta pues fue el antecedente la revista Caballero, respecto de la primera señala el escritor José Agustín:

“…seguía el modelo Playboy en cuanto a los reportajes culturales, el culto a la moda y a los automóviles, los chistes y las caricaturas, pero aun sin que las “féminas” mostraran sus senos pues el gobierno continuaba en la línea férrea de la censura paternalista…”

Bajo la dirección de James R. Fortson D’Etiqueta tuvo una vida editorial breve sin embargo, propicio la creación de una revista posterior que recibió el nombre de Caballero, la cual tuvo una larga vida y fue referente de las hermosa féminas que se encontraban entre sus páginas.

Revista Caballero
¿Acaso tienes plumas un zorro?...¡Pero claro! Y las mejores del mundo. Bueno, estamos hablando del zorro Caballero, y de las plumas de los más prestigiados escritores.

Caballero, versión castellana de la revista Cavalier, fue un ejemplo claro del  ambiente cosmopolita antes descrito; tradujo periódicamente, los escritores anglosajones del momento, al igual que aquellos que radicaban en los Estados Unidos, permitiendo al lector hispano, leer en su propio idioma, las ideas de una comunidad internacional de habla inglesa.

Así Caballero no sólo mostró hermosa mujeres semidesnudas, además  complemento la industria cultural antes descrita a partir de sus entrevistas, cuentos, artículos y ensayos pictóricos. Cabe destacar que a simple vista “sigue el modelo de Playboy” sin embargo logró adquirir identidad propia al analizar temas mexicanos relacionados con la sexualidad o con los roles y géneros establecidos por la sociedad de la década de los sesenta, por lo tanto lejos esta de ser una mera copia de la connotada revista masculina Playboy.

La Revista Masculina Caballero sobrevivió hasta la década de los ochenta cuando fue adquirida por la transnacional Play Boy, algunos de los números son asequibles pero no así los de los primeros años. Debido al erotismo exhibido la publicación jamás se mereció el interés de hemerotecas o instituciones académicas por resguardar sus contenidos, debido a ello en el presente blog mostraremos los contenidos que se publicaron en los primeros número correspondientes a los años de 1966 a 1968. De igual forma se proporcionara información que contextualicé la época en que se editaba.

A continuación reproducimos la página del director publicada en el mes de enero de 1966 refiriéndose al éxito que tuvo el primer número de la revista (número con el que  desgraciadamente no contamos):


Finalmente dejamos esta primera entrada con una de las secciones características de la revista: fémina de Caballero, en esta ocasión la fémina del mes de enero de 1966, Beth Jordan:


BIENVENIDOS al blog de la Revista Masculina Caballero, con regularidad se actualizaran las entradas y mostrara más páginas de la revista Caballero.


 

2 comentarios:

  1. Para quienes vivimos la post-adolescencia cuando apareció en los estanquillos y los puestos de periódicos y revistas, Caballero se convirtió de inmediato en el adalid de la modernidad, la libertad de pensamiento y el gozo de ver mujeres bellas... ¡sin ropa!. Las firmas, los temas, las secciones, nos orientaron y hasta nos hicieron creer intelectuales: era casi snob leerla, comentarla y, desde luego, coleccionarla. Guardo algunos números, con nostalgia. Un abrazo a su creador.
    PP Arenas

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    1. Este gentil lector sabe que su padre (del mismo nombre) fue asiduo y brillante colaborador de "Caballero". Lo de PP es, en parte, talento periodístico heredado, forjándose un sitio destacado como novelista. Le auguro, con gran afecto, éxito y fama.
      James R. Fortson

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