26 mar 2013

De vedettes y tiples a cantoras de la década de los sesenta.

En las páginas de la revista Caballero entre las bellezas que desfilaron se encontraron cantantes, actrices, modelos y vedettes. Éstas últimas terminaron siendo mal valoradas después de los bodrios de películas hechas en las décadas de los setenta por un cine mexicano en franca fractura temática y artística, pero caracterizado por pingües ganancias: el cine de ficheras.


El término vedette proviene del idioma francés y significa estrella o persona de importancia, dicho término fue usado en escenarios, carpas y espectáculos en general de México, e inclusive su uso sigue vigente en algunos países de América Latina, caracterizadas por un cuerpo deseable, gracia al bailar y habilidad en el canto, la mayoría de ellas desempeñaron sus últimos años en la actuación.


En México desde el período porfirista se sabe de ellas, presentándose en el teatro de revista,  renombrado posteriormente burlesque, en carpas y finalmente en los centros de baile.


De los primeros años destacan las cupletistas o tiples: María Conesa (La gatita blanca) y Celia Montalván. Si bien sus actuaciones no se caracterizaban por la exhibición del cuerpo, la carga de sensualidad radicaba en el  vocabulario empleado (ciertamente en los espectáculos se podían incluir albures más estos no eran indispensables e incluso en su mayoría se prescindió de los mismos) al respecto un periodista de la época escribió sobre la gatita blanca:


Me resisto a llamar artista a esta ´cantaora´ [sic] y ´bailadora´ que no hace otra cosa que llevar al tablado actitudes y movimientos provocativos y sensuales […] hasta el padre nuestro declamado así nos parecería un atentado al pudor. Carlos Monsiváis, Escenas de pudor y liviandad.


 Tanto la figura de la tiple, la vedette, la cantora, rumbera y las distintas actuaciones de la mujer frente a un espectador masculino merecen un estudio a profundidad; sin embargo ese no es el interés del presente blog, huelga decir que estos breves, compactos, antecedentes derivaron en actuaciones de cantaoras en restaurantes (que ofrecían en su menú comidas extranjeras).

Si bien estos lugares fueron censurados por un sector de la sociedad, fueron  bien recibidos por otro sector que halló en dicho entretenimiento una forma de esparcimiento moderno, de acuerdo a la costumbre de otras partes del mundo.

A continuación la belleza que presentaremos fue heredera del legado antes descrito, cantante de un restaurant especializado en comida francesa, por cierto de curioso: La matraca. De a cuerdo con la base de datos de películas de internet IMDb nuestra cantante llegó a actuar en un par de películas: Tres noches de locura  (1970), La marcha de Zacatecas (1969), La muerte en bikini (1967) y Gigantes planetarios (1967).

¡A continuación, con ustedes, la exquisita fémina Jacqueline Fellay!

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